En las montañas azules de la noche
alimentada de grises y amarillas hojas
las alondras adoran a los gorriones
y los cuervos se cartean con palomas.
Y en sus mansiones de ensueño
los críos se dedican a asesinar
la poca ignorancia que les queda
con líquidos e insoportables estruendos.
Yo lo detesto, no seré uno de ellos
seré un cuervo de poderosa voz
y me cartearé con una rubia alondra
para coronarla reina de mi gris noche.
Compondré mil epístolas nacientes
decoradas de versos a dos aguas
que calienten sus manos
y le hagan sonrrojar su cuello.
Nunca más su dulzura será prostituida
nunca más su canto será callado
dignificaré su melena y su alma
y le rimaré unas nuevas alas.
Esto os replico, cobardes bastardos
que el romanticismo resucitará
y mi alondra y yo, triunfantes
en él habitaremos. Y viviremos.
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